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¿Hasta qué punto pueden retirar los árboles CO2 de la atmósfera para compensar lo que emiten las actividades humanas? Los investigadores Gregorio Montero y Ricardo Ruiz-Peinado, del departamento de Sistemas y Recursos Forestales del CIFOR-INIA, han estudiado de qué forma capturan el carbono las distintas especies de los bosques españoles. Sus trabajos son muy interesantes para saber cuánto CO2 equivalente almacena una encina centenaria, una vulgar mesa de madera o todas las masas forestales del país.

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Al igual que el resto de plantas, los árboles absorben el CO2 y se quedan con el carbono de la molécula. Lo utilizan en forma de carbohidratos en sus procesos metabólicos para ir creciendo. De esta forma, los átomos de carbono quedan fijados en la madera del tronco, las ramas, las raíces, ayudando a retirar el exceso de CO2 de la atmósfera que causa el cambio climático. Al menos, temporalmente.

Según explica Ruiz-Peinado, más o menos el 50% del peso seco de cualquier árbol es carbono. Pongamos que se trata de un pino silvestre de una tonelada: aproximadamente 500 kilos serían agua y habría otros 500 de madera seca. Así pues, en el pino habría acumulados 250 kilos de carbono, que equivaldrían a 915 kilos de CO2.

Todo este carbono estará en el árbol vivo mientras se mantenga en pie. Pero volverá a la atmósfera si el pino arde en un incendio o cuando tras su muerte se descomponga. En algunas especies, esto puede tardar siglos en ocurrir. Ahora bien, ¿qué pasa con el CO2 si llega un leñador y corta el árbol para utilizar su madera? Como explican los investigadores, dependerá de en qué acabe convertido. Si se utiliza para fabricar papel, su tiempo de vida útil será de unos pocos años. Y el CO2 regresará a la atmósfera según el papel vaya descomponiéndose en sucesivos ciclos de reciclaje (las fibras de papel no se pueden reciclar más de unas seis veces) o, lo que es peor, cuando termine en un vertedero. Sin embargo, si el árbol se convierte en una mesa robusta de pino, el CO2 permanecerá ahí bastante más tiempo, durante décadas. Hasta que sea destruida.

¿Se puede entonces compensar las emisiones producidas por un automóvil, un avión o una central térmica plantando árboles (como proponen algunas empresas)? Hasta cierto punto, pues con el coche, el avión o la central térmica se habrá liberado CO2 almacenado en los combustibles fósiles desde hace millones de años, mientras que el tiempo que se puede retener en los árboles será mucho más corto. “Supongo que habría que ir reemplazando los árboles por otros nuevos de forma constante a lo largo del tiempo”, incide Montero.

“El CO2 siempre vuelve a la atmosfera, los árboles no solucionan el problema del cambio climático, lo único que nos dan es algo de tiempo para llevar a cabo otras acciones; la cuestión no es sólo cuánto carbono pueden fijar los árboles, sino durante cuántos años”, destaca este ingeniero.

Los árboles que capturan más carbono son aquellos que están creciendo. De ahí, que sean las masas forestales más jóvenes las más efectivas para retirar CO2. “Por eso en España se fija ahora mucho CO2”, apunta Montero. En el caso de los bosques más antiguos, sus gruesos troncos serán los que tengan almacenado una mayor cantidad de carbono, aunque con el tiempo habrán dejado de crecer y ya no contribuirán a reducir más CO2 de la atmósfera.

Para calcular la cantidad de carbono almacenada en los distintos árboles españoles, estos dos investigadores se fueron directamente al campo para recoger muestras de las 32 especies forestales más comunes del país. Extrajeron todo tipo de ejemplares con raíces incluidas, pesaron sus distintas partes y secaron muestras en el laboratorio. Con los datos de 1.508 árboles, crearon un modelo para determinar la cantidad de CO2 equivalente almacenado en un ejemplar cualquiera a través de la altura y el diámetro de su tronco. Con solo estos dos variables, el modelo deduce el peso en madera seca de cualquier árbol de estas especies, calculando a partir de ahí su contenido en carbono.

Esto mismo sirve también para calcular el peso no de un solo un árbol, sino de todos los bosques del país. De esta forma, estos dos ingenieros han estimado que el conjunto de las masas forestales españolas tienen acumuladas hoy en día el equivalente a 3.310 millones de toneladas de CO2, casi nueve veces lo emitido a la atmósfera por las actividades humanas durante 2009 en todo el país(2). Asimismo, también han determinado que todos los bosques fijan cada año unos 87 millones de toneladas de CO2 por efecto de su crecimiento, lo que equivaldría al 79% de las emisiones generadas en 2009 por el transporte en España o al 89% de las lanzadas a la atmósfera por la industria.

Igualmente, también se puede ir de lo más grande a lo más pequeño. Al haber recogido datos del peso de los árboles en sus distintos fragmentos, esto permite a los investigadores deducir además el carbono fijado en aquellas otras partes diferentes del tronco, como las ramas, las raíces… Todo esto resulta muy útil para intentar maximizar la captura y almacenamiento del CO2 de los bosques, lo que se denomina selvicultura del carbono. Esto implica conservar bien los árboles existentes, protegiéndolos del fuego, pero también limpiar los bosques para favorecer el crecimiento de ejemplares jóvenes.

La forma en que se va a conseguir almacenar CO2 por más tiempo es protegiendo los árboles para que perduren. Y si se necesita una mesa, también es mejor que sea de madera antes que otros materiales. Una mesa de madera maciza hecha para durar, en la que se almacene el carbono durante mucho tiempo. “Cuánto mejor sea la madera de la mesa, más tardará el CO2 en volver a la atmósfera”, incide Ruiz-Peinado.